Eran todavía los años en los que ETA existía matando y en un encuentro de formación Feminista, una pregunta quedó flotando sin respuesta. Una pregunta que aún hoy nos hacemos: ¿Por qué los poderes institucionales dedicaron tiempo, recursos personales, presupuestos, todo lo que hizo falta, para erradicar el terrorismo de ETA, y al TERRORISMO MACHISTA le dedican apenas solo lamentos, condolencias y minutos de silencio?.
¡Cuánto nos ha dado qué pensar esa pregunta simple, de respuesta compleja!. Ahora, la pregunta es: ¿Se tiene voluntad de erradicar el TERRORISMO MACHISTA cueste lo que cueste?.
Haciendo algunas consideraciones según el diccionario:
“Terror”: Espanto. Horror. Pánico. Pavor. Miedo intensísimo.
“Terrorismo”: Dominio por el terror, atentados como instrumento político.
“Violencia”: Utilizar la fuerza en cualquier operación.
“Violentar”: Forzar de cualquier manera a hacer lo que no se quiere hacer.
De hecho, matar mujeres, una a una y en sus casas, se nombra como VIOLENCIA, (machista, de género). Matar por motivos políticos a personas o grupos, se nombra como TERRORISMO.
Al nombrar los hechos, estamos categorizando los dos tipos de asesinatos que más azotan a los pueblos. Nos hemos defendido del terror con todos los medios hasta erradicarlo, sin embargo, estamos conviviendo permisivamente con la violencia machista. Así hemos puesto precio a la vida de las víctimas mortales y la vida de mujeres, que como siempre, nos sale más barata.
Vamos a dar datos que dimensionan ambas lacras:
El terrorismo de ETA desde 1.968 a 2011, que cesó, es decir; durante 43 años, asesinó a más de 850 personas, o sea a unas 20 personas al año.
La Violencia MACHISTA, de la que se tienen datos estadísticos desde enero del 2003 y hasta septiembre del 2021, es decir; 18 años, lleva 1.114 mujeres asesinadas y cada mes aumentando las víctimas, lo que da como resultado 62 mujeres muertas al año.
El asesinato de mujeres a manos de sus parejas es secular, un hecho asumido más con visos de tradición que como delito con castigo, lo que explica que no se hayan contabilizado las víctimas.
Y ante esta realidad ¿qué tenemos?
• Las escuelas sin recursos, alejadas de la práctica de la coeducación. Con planes de igualdad obligatorios pero sin auditorías que hagan que tanto colegios públicos como concertados los lleven a cabo de una forma real. Ausencia de educación afectiva sexual.
• Los maltratadores, posibles asesinos futuros, andan a su antojo. Las maltratadas ocultas, preservadas en casas de acogida, presas para no ser presas fáciles. Siendo tan lógico que fuera el cazador el vigilado.
• La judicatura, con vocación patriarcal cultivada en sus hogares, desde la altura de los estrados secularmente ocupados por varones, sentenciando con el sexo… ¿Cuánto tiempo, formación intensiva y recursos se necesitaría para aplicar las leyes en defensa de la igualdad y contra la violencia hacia las mujeres?.
Conclusión: SE ESTÁN NORMALIZANDO, nuestros asesinatos y toda la violencia que recibimos.
Si un estado no se aplica prioritariamente a erradicar el terrorismo machista, está dejando desprotegida a la mitad de su población. ¿Cuántas mujeres más tienen que morir a manos de sus parejas para que este terrorismo ocupe, a quién corresponde más allá del paripé del “Pacto de Estado”?
Estamos #HARTAS
#HARTAS de pasar miedo. #HARTAS de ser violadas. #HARTAS de ser explotadas #HARTAS de las sentencias machistas. #HARTAS de la impunidad de los violentos. #HARTAS de ser asesinadas. #HARTAS de la violencia institucional. #HARTAS de que se mire para otro lado y se justifique la violencia. #HARTAS de las promesas electorales. #HARTAS de ser el segundo sexo. #HARTAS de ser solo cuerpos gestantes. #HARTAS de ser borradas.
Y todo por ser mujeres. Tenemos la mitad de la fortaleza de la humanidad y aquí nos encontraréis.
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